martes, 18 de octubre de 2016

Gérard Genette y la crítica estructural

El último teórico estructuralista que estudiamos para este curso es Gérard Genette. Se le reconoce por sus trabajos de narratología y semiótica, plasmados en obras tales como Figuras y Palimpsestos. De acuerdo con Genette, existe una diferencia esencial entre el trabajo del escritor y el trabajo del crítico. El primero interroga al universo y se refiere a la realidad a partir de conceptos, su papel en la escritura es el de un seleccionador que elige entre las posibilidades que le ofrece el sistema literario y lingüístico para expresar esa realidad y esos conceptos. El crítico, por su parte, construye un metalenguaje que estudia al texto creado por el autor como un universo de signos, y a partir de ellos construye un edificio distinto del primero.
Desde esta perspectiva, la crítica estructural se encarga de estudiar el “armazón latente, como un principio de inteligibilidad objetiva, accesible únicamente por medio del análisis y de conmutaciones a una especie de espíritu geométrico que no es la conciencia”, que “ejerce una especie de reducción interna atravesando la sustancia de la obra para alcanzar su esqueleto. Para ello considera elementos tales como temas, motivos, palabras clave, metáforas obsesivas, citas y referencias, en el marco del género literario en que se manifiestan, sin olvidar, por supuesto, los distintos niveles de la lengua.
Si bien Genette reconoce la validez de otras propuestas críticas como la hermenéutica, considera que esta es útil sólo para textos actuales, pues la interpretación que se acerca a un texto antiguo siempre incurrirá en anacronismos; por su parte, el estructuralismo realiza un análisis casi antropológico, objetivo, que evita esas interpretaciones de producciones textuales lejanas en el tiempo, las cuales, desde la perspectiva de Genette, reducen el carácter científico de la crítica.  

Para elaborar una historia literaria, Genette retoma a formalistas como Tomackevski para plantear que el texto literario debe estudiarse en el marco de un sistema literario que se caracteriza por elementos dominantes y subordinados, de manera que un cambio en la historia literaria se manifestaría como una serie de desplazamientos o sustituciones entre los elementos subordinados y dominantes.


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