El último teórico estructuralista
que estudiamos para este curso es Gérard Genette. Se le reconoce por sus
trabajos de narratología y semiótica, plasmados en obras tales como Figuras y Palimpsestos. De acuerdo con Genette, existe una diferencia
esencial entre el trabajo del escritor y el trabajo del crítico. El primero interroga
al universo y se refiere a la realidad a partir de conceptos, su papel en la
escritura es el de un seleccionador que elige entre las posibilidades que le
ofrece el sistema literario y lingüístico para expresar esa realidad y esos
conceptos. El crítico, por su parte, construye un metalenguaje que estudia al
texto creado por el autor como un universo de signos, y a partir de ellos
construye un edificio distinto del primero.
Desde esta perspectiva, la
crítica estructural se encarga de estudiar el “armazón latente, como un
principio de inteligibilidad objetiva, accesible únicamente por medio del
análisis y de conmutaciones a una especie de espíritu geométrico que no es la
conciencia”, que “ejerce una especie de reducción interna atravesando la
sustancia de la obra para alcanzar su esqueleto. Para ello considera elementos
tales como temas, motivos, palabras clave, metáforas obsesivas, citas y
referencias, en el marco del género literario en que se manifiestan, sin
olvidar, por supuesto, los distintos niveles de la lengua.
Si bien Genette reconoce la
validez de otras propuestas críticas como la hermenéutica, considera que esta
es útil sólo para textos actuales, pues la interpretación que se acerca a un
texto antiguo siempre incurrirá en anacronismos; por su parte, el
estructuralismo realiza un análisis casi antropológico, objetivo, que evita
esas interpretaciones de producciones textuales lejanas en el tiempo, las
cuales, desde la perspectiva de Genette, reducen el carácter científico de la
crítica.
Para elaborar una historia
literaria, Genette retoma a formalistas como Tomackevski para plantear que el
texto literario debe estudiarse en el marco de un sistema literario que se
caracteriza por elementos dominantes y subordinados, de manera que un cambio en
la historia literaria se manifestaría como una serie de desplazamientos o
sustituciones entre los elementos subordinados y dominantes.
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