La Poética de Aristóteles es una de las obras de mayor influencia en
la cultura occidental, especialmente en lo que se refiere a la crítica
literaria. Su punto de partida son las reflexiones platónicas, en particular
las relacionadas con la mimesis, pero
Aristóteles le da un giro completamente positivo a esta última y, además, logra
constituirla en un principio de construcción poética que explica las relaciones
entre el mundo y la literatura, el cual sigue vigente hasta nuestros días.
La mimesis es la imitación de las
acciones humanas, según son comprendidas por una cultura y en función de una
lógica universal o convencional, que es la que garantiza la verosimilitud. Según Aristóteles, la
poesía imita las cosas del mundo no como ocurrieron, sino como podrían haber
sucedido, y en esto se distingue de la historia. Asimismo, la mimesis está ligada al problema de la
recepción puesto que el placer ante la literatura se deriva del reconocimiento
de aquellos elementos de la realidad que fueron objeto de imitación.
Las
acciones imitadas, para convertirse en poesía, son articuladas en función de un
género, que es el que determina la correspondencia y unidad entre el resto de
los componentes del texto literario y su correspondencia (trama o argumento, ideas,
caracteres éticos, recitado o dicción, canto y espectáculo).
Si bien
la poética de Aristóteles no es una poética prescriptiva sino descriptiva,
Aristóteles hace énfasis en un principio fundamental que sigue siendo vigente: la
unidad en la trama, que implica incluir únicamente los elementos necesarios para
desarrollar el argumento, sin digresiones, sin elementos que rompan con la
verosimilitud o que no correspondan al género.
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